-La espera -dijo la mujer, señalando el camino. miley llamó a la puerta con un golpe seco, -Adelante.
Abrió la puerta y lo vio sentado detrás de enorme escritorio. Él se levantó para darle la bienvenida.
-Has sido muy puntual.
Ella avanzó hasta el escritorio sin decir palabra y lo miró a los ojos con determinación.
nick no pudo evitar sentirse levemente atraído. miley era enternecedoramente desafiante, tratando de aparentar que no estaba intimidada. En cierto modo, aquello lo intrigaba. Pocas de las mujeres con las que se había relacionado habrían dejado pasar la oportunidad de casarse con él, y para ella era como si le hubiera pedido que se lanzara de la pasarela a un mar lleno de tiburones.
-Siéntate, por favor -dijo, indicándole una silla.
-Prefiero quedarme de pie. .
-Como quieras -contestó él, volviendo a su asiento-. ¿Has decidido algo sobre mi propuesta?
-Me sorprende que tengas el descaro de llamar «propuesta» a este chantaje.
-Esa es una palabra muy fuerte. Te recuerdo que puedes irte y aceptar las consecuencias.
Ella tensó la espalda ante la evidente amenaza y se enfrentó a él sin rodeos.
-Pero te has encargado de que no pueda negarme,
¿verdad?
-Supongo que te refieres a mis transacciones del fin de semana.
nick se echó hacia atrás y apoyó los pies en el escritorio. La despreocupación de la postura la enfureció.
-Lo has hecho a propósito, ¿no es cierto? Para hacerme salir como a una rata por el desagüe.
-No es la metáfora que habría elegido, pero supongo que lo define bastante bien.
-¡Eres absolutamente despreciable!
-¿Debo entender eso como un «no»?
miley apretó los puños en un esfuerzo por mantener el control.
-Me casaré contigo, nick Papasakis. Pero te prometo que haré que lo lamentes.
Él se puso en pie y caminó hacia ella. miley mantuvo su actitud decidida, aunque por dentro estaba temblando.
-¿Tú y cuántos más? -preguntó él, tocándole la mejilla con un dedo.
Ella apartó la cabeza y lo miró a los ojos.
-Búrlate de mí todo lo que quieras, pero yo seré la última en reír.
-Qué guapa te pones cuando te excitas.
-¡No estoy excitada! -exclamó miley, dándole un pisotón-o ¡Estoy furiosa!
nick la tomó de los brazos y la sostuvo con delicadeza, pero firmemente.
-¿Por qué no te lo tomas con humor? Serás la envidia de todas las solteras. Un marido rico y todas las chuchearías que quieras a cambio de unos pocos meses de tu tiempo. ¿Qué más podrías pedir?
-Podría pedir mucho más de un marido -replicó con frialdad-o Estar atada a un mujeriego sin principios no es mi idea de la felicidad conyugal, y menos si la perspectiva es ser el hazmerreír cuando te vayas de juerga a mis espaldas.
-No haré nada a tus espaldas. Ya te he informado las condiciones de nuestro acuerdo.
-¡Tus normas desiguales me dan asco!
-Sé que no son muy agradables, pero ése es el trato.
No puedo permitir que la gente comente que mi mujer me engaña; nó esbueno para mi reputación.
-No me puedo creer tu arrogancia.
-Tampoco puedo permitir que mi mujer me llame de todo, ¿está claro?
Ella lo miró con gesto desafiante.
-No seré tu mujer mucho tiempo.